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martes, 5 de febrero de 2013

UNA APORTACIÓN INTERESANTE



LA MODA ES CRITICAR A LOS CRITICAR A LOS MAESTROS… ¡PUES VAMOS A CRITICAR!

Por: SERGIO ARTURO ORTEGA ALVARADO

(Ser Sembrador)

La vida me ha dado la oportunidad de entrar al mundo del conocimiento, y muy agradecido siempre estaré, con las Maestras y Maestros que me han llevado a este viaje permanente. Recuerdo tantos nombres de personas que me han educado, y aparte, me dieron su tiempo personal para enseñarme a aprender, que agradecido vivo con todos.  Desde la Maestra que me enseño las primeras letras, hasta el Maestro que me hizo sentir un cariño muy especial por las palabras y la comprensión en la lectura; desde la maestra que me enseño los primeros números, hasta el Maestro que me hablo de la sabiduría de Einstein; desde el director que con un agresivo jalón de orejas me hizo entender; hasta las motivantes palabras y el abrazo de un maestro, que me hicieron triunfar. Y también; debo decir, que también tengo el recuerdo de maestros, que en lugar de enseñarnos, nos regalaban el valor de los conocimientos. Me duele decirlo, pero esto también fue un hecho en mi vida estudiantil. Pero afortunadamente, triunfo en mí la vocación de la mayor parte de mis Maestros y Maestras, que orgullosos deben sentirse, por haber hecho de mí, lo que soy… con sus enseñanzas: que me seguirán y me servirán toda la vida.

Y ahora, tengo la oportunidad de seguir viendo a los maestros y maestras con respeto; pero también como mis amigos, en muchos Estados de nuestro República, además de convivir con ellos, como personas, o como integrantes de una familia. He tenido la fortuna de trabajar 23 años de mi vida, en esta bendita Tierra de Durango, de la que soy adoptivo, y que la he aprendido a amar, trabajando; y a sentirla propia, identificándome y haciendo mi mejor esfuerzo por contribuir en su mejoría. Mi trabajo con grupos de Maestros y Maestras, de padres y madres de familia y de alumnos y alumnas, de todos los sistemas y niveles educativos: desde Cadis, Jardines, Primarias, Secundarias, Medio Superior, para el trabajo, Técnicos y Universitarios, que en mi curriculum fundamento con fechas y documentos. Me dan, ¡No la autoridad!, sino la oportunidad, ¡No de defender! Sino de hacer justicia a la personalidad y al quehacer de los Maestros y Maestras, motivando, con estas vivencias personales, a dar a los Maestros y Maestras: su valor y su derecho, consciente, y plenamente convencido, de que lo demás, vendrá por añadidura. Como las palabras sabias en la omnisciencia, Reino y Justicia de Dios.  

Te invito a ser justo y a sentirte en justicia: como padre o madres de familia, como alumno o alumna, o como Maestro-padre de familia o Maestra-madre de familia; al reflejarte en algunas de mis vivencias, con los grandes esfuerzos de los Maestros y Maestras: forjadores de la educación:

“Una de las mejores cenas de mi vida, fue con un Maestro”

Te platico; que cuando estaba en Escuelas de Calidad, en Participación Social, fuimos a la Sierra a visitar una escuela. Y casi al llegar al lugar, se nos descompuso la camioneta. Antes de caer la noche, nos auxiliaron los pobladores a llegar a nuestro destino. En la oscuridad del lugar, fuimos recibidos por la sonrisa y preocupación de un Maestro, que de inmediato nos invito a cenar. Teníamos casi 8 horas de no probar bocado, y al escuchar cena; me imaginé una buena cena. Caminamos entre penumbras y llegamos a un lugar muy humilde, donde gente amable nos recibió. No era el gran restaurant, ni la gran cocina con la gran alacena: simplemente eran dos ollas en un brasero. ¡Teníamos dinero! Pero ahí no había qué comprar. La cena eran unos frijoles de la olla, tortillas de la tarde hechas a mano, y agua. Cuando empezamos a cenar, observe al Maestro, que con una voz agradable, nos arrimaba la comita y nos invitaba a comer, en lo que para él, era su mesa y su cena de cada día. ¡Sentí mucha ternura y admiración por el Maestro! Y créanme, ¡nunca en mi vida había probado agua, frijoles y tortillas tan ricos! ¡Y no por el hambre!, sino por el honor de haber sido invitado a esa mesa.

Llego la hora de dormir, y el Maestro nos cedió su espacio (una especie de bodega de la Escuela), cediéndonos su cama (Tabla con cobijas). Estábamos cansados y queríamos dormir. Como yo no podía dormir, por lo incomodo; me levante de la cama, y vi al maestro en horas de la noche, trabajando. Estaba preparando lo necesario para un festival, que tenía el día siguiente. La luz natural y el despertar de la comunidad, nos despertaron. Todo adolorido fui a buscar dónde asearme, y el profesor ya estaba trabajando, lo hizo desde temprano. Fui al lugar donde el Maestro se aseaba, y solo encontré cubetas con agua fría. Efectivamente, se bañaba todos los días con esa agua fría (y vaya que hacía frio). La gente empezó a llegar. Los padres de familia, las autoridades del lugar, los alumnos, todos se acercaban, se dirigían y obedecían al maestro con respeto. El festival, a pesar de las carencias, fue un éxito.

El Maestro nos invito a desayunar, y como era día de festejo, hubo huevo con frijoles. Mientras desayunábamos, otro Maestro continuó con las clases. Estábamos desayunando y platicando, y de repente, el Maestro, sin terminar de desayunar, se disculpo  y se fue a atender a su grupo. Cuando terminé mi desayuno, fui a la clase del Profr., y me sorprendió como los alumnos y las alumnas manejaban la computadora  (estábamos en el 2001). Y yo, en lo personal, no sabía hacer lo que esos alumnos hacían con la computadora. Y lo reconocían: que gracias al profr. sabían manejar esa herramienta, que para ellos, era como abrir un libro y un cuaderno y escribir con pluma o lápiz. La clase era una especie de reunión fraternal. El Maestro era respetado como maestro; pero lo trataban y los trataba como amigos. Nuevamente me sentí honrado al conocerlo. .

Como era fin de semana. Nos venimos a Durango con ellos. Lo que no puedo olvidar: fue la alegría que reflejaba el Profr.. Parecía niño a la hora de recreo. Estaba feliz y apresurado,  en cierta forma ansioso, por llegar con su familia.  Después de 8 horas de incomodo viaje, con los riesgos o accidentes que implican  las carreteras de la Sierra, llegamos a Durango. Los maestros: llegan el sábado, casi a dormir, el domingo conviven con su familia por la mañana, y regresan a seguir con su labor de maestros.

¿Quién cambiaría la mejor cena, la mejor comida, el mejor desayuno, en el mejor lugar, por no estar con la familia? Hay quien lo haría, tal vez por la comodidad. Pero; ¿Quién cambiaría la peor cena, el peor desayuno, el peor baño, la peor estancia, la interminable distancia; por la familia? ¡Solo la Vocación de los maestros! ¿Será justo incluir a este Maestro, como a la gran mayoría de Maestros y Maestras, en la crítica negativa y todologíca, de: todos son iguales? Esta es una, de muchas que iré contando, porque…, con todo respeto: ¡esta es mi crítica!, y ¡este es mi juicio!

¡Que Dios te bendiga!

¡Tú Vales Mucho!    

Facebook: Sergio Arturo Ortega Alvarado



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